No hay premio más "cálido" ni autor más orgulloso. Me forjé como lector y autor en el relato corto. Pueden ser pocas palabras, pero bien disparadas se pinchan como dardos en los ojos del lector. Gracias, NOCTE.
Esta Bici Amarilla me ha llevado hasta aquí. Quizá haya que continuar a pie el camino, pero da igual, los que escribimos sabemos que el final de un viaje nos obliga a empezar de cero. Espacio blanco que debe ser rellenado de palabras. Por eso dediqué el premio a los escritores, extraños seres que se baten el cobre con enfermiza asiduidad, con bajón o con ilusiones, ricos, gratis o malpagados, para cumplir ese deber autoimpuesto en la mayoría de los casos.
Son los que escriben quienes me han traído aquí y por eso les profeso toda mi admiración. Sois maestros, magos, entretenedores, sabios e, incluso, amigos. Va por vosotros.